miércoles, 4 de marzo de 2009

.

SOLO PAJAROS
M.Wentzel

El maquinista vio cómo de pronto una espesa masa oscura se avecinaba desde lejos, sin comprender de qué se trataba. Nunca había presenciado un espectáculo de esas características. El cielo y el horizonte desaparecieron al mismo tiempo y todo se tornó negro. Sólo atinó a detener la marcha y esperar que el fenómeno se disipara. Pero contrariamente a lo que tal vez imaginó, vio con sorpresa que se trataba de pájaros, cientos de pájaros que se acercaban y lejos de asustarse por la presencia del tren, se acercaron cada vez más, lo cubrieron, lo rodearon, se introdujeron por las ventanillas aleteando furiosos con los ojos ardientes y los picos amenazantes y chillaban, piaban y graznaban, emitiendo sonidos jamás escuchados. Denotaban gran enojo y los pasajeros sólo atinaban a tapar sus cabezas y sus orejas y sus ojos y sus narices con las manos y los brazos, esquivando los picotazos enardecidos y las alas batientes y las garras de esos pájaros negros que volaban entre ellos rozando sus cabezas y sus cuerpos y al mismo tiempo trataban de ahuyentarlos logrando sólo azuzarlos para reanudar una y otra vez los ataques. Algunas personas lograron esconderse debajo de los asientos, los chicos gritaban asustados y cuanto mayor el ruido, más se excitaban esos malditos.
Para ser golondrinas o tordos eran demasiado grandes, pero tampoco eran cuervos. Por la manera de comportarse, tal vez fueran aves migratorias que vieron amenazada su ruta por la ruidosa presencia del tren. Entraban por las ventanillas de una lado, pasaban por los techos de los vagones y volvían a entrar por el otro lado, no daban tregua, chocaban furiosos contra las ventanillas que estaban cerradas y reanudaban el vuelo buscando la salida para volver a entrar por el otro lado. El revuelo duró varios minutos y mientras iban y venían dejaban deslizar por sus picos una sustancia blanca y pegajosa que se estiraba siguiendo el vuelo de cada uno y formaron una espesa red, un tejido resistente que enredó a los pasajeros, que quedaron atrapados por sus propios movimientos y el ir y venir de los pájaros. Los vagones del tren cargado de viajeros, quedaron dentro de una gran bolsa tejida que se elevó pesada y oscilante por el aire, arrastrada por los pájaros. Las casas y los árboles se hacían cada vez más pequeños, sobrevolaron las nubes, algunos se desmayaron por la altura y luego de un tiempo de recorrido comenzaron el descenso, los pájaros se calmaron, comenzaron a planear portando su pesada carga y suavemente la deslizaron sobre el espejo de agua de una laguna poco profunda en medio del campo. Los flamencos, los patos y los teros que la habitaban, asustados, levantaron vuelo de entre los juncos, dejando libre el lugar y los automovilistas que pasaban por la ruta pararon para observar el hecho, dando aviso a los bomberos y a la policía que acudieron de inmediato para rescatar a las víctimas que una vez liberadas de sus ataduras comprobaron que resultaron ilesas.
Los ornitólogos escucharon fascinados el relato del hecho y elaboraron su hipótesis sobre lo ocurrido: se trató de pájaros tejedores, que son aves negras de tamaño mediano de costumbres nocturnas, que cada año vuelven a nidificar al mismo lugar, en el alto río san Lorenzo, Canadá, adonde llegan en primavera, y tejen su nido con una baba blanca que al contacto con el aire se endurece transformándose en un cable de una resistencia similar al cable de acero pero una vez agotado el material que utilizan para fabricar su nido, como en este caso, desisten de su viaje y mueren.
Una semana después de lo ocurrido, en las cercanías de Gándara, aparecieron cientos de aves negras diseminadas por los campos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario